Una médica e investigadora ‘giganta’ que merece tu atención: hablamos de ella por el Día Mundial de la Mujer y la Niña en la Ciencia
Su contribución al cuidado natal mediante la investigación y su formación médica marcaron un antes y un después en la atención al parto y al recién nacido. Hablamos de Virginia Apgar (1909, EE. UU.), cuyas aportaciones salvaron innumerables vidas de bebés, y reseñamos su trayectoria profesional a partir de la sección “A hombros de gigantes”, de la revista AMF y de la mano de Josep Maria Vilaseca Llobet, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.
El legado principal de Apgar a la historia de la medicina es el test que lleva su nombre y que desarrolló en 1952 para evaluar la salud de los recién nacidos en los primeros minutos de vida. Este sistema, que califica al bebé en áreas como la frecuencia cardíaca, la respiración, el tono muscular, la irritabilidad refleja y el color de la piel, se usa globalmente.
Apgar realizó sus investigaciones entre 1949 y 1952, cuando trabajaba como anestesióloga y observaba las complicaciones de los recién nacidos, tanto a los pocos minutos de nacer como en el largo plazo, y, de forma minuciosa, registró datos de cientos de neonatos (algunos recogidos por ella y otros por colegas de distintos hospitales).
Además, la doctora fue la primera persona que cateterizó la arteria umbilical y la auricular derecha a través de la vena umbilical del neonato, y en practicar el abordaje anterior del ganglio estrellado.
Si quieres seguir ahondando en la figura de esta pionera en medicina, ya puedes acceder al artículo completo de AMF.